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René «El Búfalo» Acevedo

publicado por: Lionel Valentín Calderón

Nedgar Cardona Soto- « ... Se prepara el pitcher, lanza y conecta un batazo sólido hacia el central, el jardinero va hacia atrás, atrás; sigue hacia atrás, se está pegando a la verja y ... la vio pasar. Enorme el cuadrangular de René «El Búfalo» Acevedo. La desapareció por los 400 pies del jardín central ... »,

Esta narración describe una escena que se repitió en 149 ocasiones durante las 21 temporadas regulares en las que participó el mejor jonronero en la historia de la pelota aficionada puertorriqueña: René «El Búfalo» Acevedo.

Aguadillano de nacimiento –21 de julio de 1949–, mayagüezano de crianza y pepiniano de adopción, René Acevedo será recordado en estos lugares no sólo por las hazañas en el terreno del juego, sino por su calidad de ser humano, demostrando que aprendió de los consejos que le impartió su padre, Dimas Acevedo, un mensajero del teléfono, y su madre, María Rodríguez, empleada de Comedores Escolares del entonces Departamento de Instrucción Pública.

La temporada del 1994, de la pelota Doble A, de la Federación de Béisbol Aficionado de Puerto Rico, fue dedicada a este pelotero que supo llevar dignamente el uniforme que se colocó durante 21 temporadas; 20 con los Patrulleros de San Sebastián y 1 con los Titanes de Florida.

Durante su juventud, René se dedicaba a trabajar en los muelles de Mayagüez. Allí brindaba su ayuda a los pasajeros, cargándoles los bultos y otras pertenencias que estos traían, con lo cual conseguía honradamente su sustento. Como de costumbre, un día salió a realizar su faena; en esta ocasión se dispuso a ayudar a un marino mercante de nombre, Jorge Sandoval. Al concluir con su trabajo, Sandoval le agradeció sus servicios entregándole una moneda de 5 centavos, la cual tenía una esfinge de un búfalo en una de sus caras y le dijo: «un Búfalo para otro Búfalo». Esa frase del marino mercante recorrería todo el muelle de la ciudad y sería grabada para la posteridad; ahora se le conocería como René «El Búfalo» Acevedo.

Y este apodo comenzaría a trascender toda la Sultana del Oeste, una vez René iniciara su participación como pelotero.

Fue a la edad de los nueve años cuando comenzó a practicar el deporte que sería su pasión durante el resto de su vida. Y fue una mujer costarricense, Miraida Sánchez, quien pertenecía a los Cuerpos de Paz, radicados en Mayagüez, su primera dirigente en la pelota de las Pequeñas Ligas.

Años más tardes, juega béisbol Clase B con el equipo de Dulces Labios, que dirigía Ronco Mercado. Terminada su participación con esta novena, pasa a jugar clase A con el conjunto de Sábalo Tigres. Y aunque muchos desconocen el dato, al igual que Babe Ruth, René se destacó como lanzador, pero por muy poco tiempo. Dentro de sus ejecutorias desde el montículo, lanzó una blanqueada al equipo de Palmarejo, de Lajas. A la misma vez que descollaba como lanzador, comenzaba a sobresalir en la faceta de juego que lo llevaría a ocupar grandes titulares en los rotativos del país; su ofensiva apenas germinaba. En el 1968, una vez concluye su actuación en la Clase A, partió hacia Cabo Rojo a practicar con el equipo de los Piratas, que dirigía Miguel «Cucho» Ortiz y cuyo apoderado era Miguel Pérez. Lamentablemente, en Cabo Rojo no le vieron muchas posibilidades de sobresalir en el béisbol. La historia se encargó de decir lo contrario.

Un poco frustrado y deseoso de poder ayudar a los suyos, partió el Búfalo hacia Nueva York. Allí integró el conjunto Clase A de Habana-San Juan, con el cual acumuló un robusto promedio de .430. Fue seleccionado al Juego de Estrellas de la Liga y honró esa selección con un cuadrangular con las bases llenas.

En el 1969, regresa a Mayagüez y esta vez, con más esperanza de integrar un equipo de Doble A, fue a parar a Sabana Grande. Al igual que en Cabo Rojo, los Petateros no le vieron el brillo a un diamante que solamente necesitaba ser pulido.

Ese mismo año, el destino le tenía preparada una jugada, de la cual surgiría la tan esperada Oportunidad de iniciarse como pelotero. A su hogar acuden varias personas de la directiva del equipo de Isabela, procurando la dirección de uno conocido suyo, Raúl Mantilla. Luego de platicar con estos, René le pide una oportunidad de formar parte del conjunto isabelino. Y fue a las prácticas para lograr hacer el equipo, y por fin lo logró. Aquella temporada con los Gallitos de Isabela, que dirigía Roy Velazco, sería el comienzo de una de las carreras más brillantes de pelotero alguno en el béisbol aficionado. Al finalizar el torneo fue galardonado con la distinción de Novato del Año. También vio acción en el Juego de Estrellas que se celebró en el parque Ina Calimano de Guayama.

El eco de sus hazañas retumbó en ‘el pueblo vecino de San Sebastián, llegando a los oídos del apoderado de los Patrulleros en aquel entonces, Luis Aymat, padre, quien lo firma para el equipo de la Doble A, a pesar de que Aguadilla y Cabo Rojo estaban interesados en sus servicios. Para ambos conjuntos ya era muy tarde ... por el contrario, San Sebastián se había pegado con el premio gordo de la lotería.

En su primera campaña, en el 1971, debutó el Búfalo con el uniforme del Pepino en un juego celebrado en el parque Juan Fonfrías, de Bayamón. Ese día conectó un doblete. Bajo la dirección del inmortal, Luis Angel «Canena» Márquez, René termina su primera campaña con promedio de .357, incluyendo 5 cuadrangulares y 27 carreras impulsadas, números que lo llevaron a participar en el Juego de Estrellas en su temporada de novato.

En las siguientes tres campañas, El Búfalo continuó con su ascendente carrera (1972, .301; 1973; .357; 1974; .400) hasta llegar a su quinta temporada donde se consagra como pelotero.

En esta temporada que René Acevedo establece una nueva marca de cuadrangulares con 15, dejando atrás el récord de 11 que pertenecía a Samuel Morales, de Sabana Grande, además de romper la marca de carreras empujadas, acumulando un total de 45. Su promedio fue de .414 al conectar 46 indiscutibles en 111 presentaciones al plato.

En los próximos tres torneos el Búfalo mantuvo la consistencia, a pesar de que en uno de esos años baja por primera vez de los .300 de promedio. En el 1976 conecta para .330; en el 1977 desciende a .259 con apenas 2 cuadrangulares, pero en el 1978 regresa por sus fueros y batea para .352, desapareciendo 13 bolas del parque, quedando líder en ese departamento en el torneo regular. Ese mismo año, pero en la COLICEBA, participa por primera ocasión en una competencia internacional que se celebró en Nicaragua. El equipo estuvo dirigido por Junior Báez.

En este torneo internacional, el Búfalo se dio a conocer mundialmente por su destacada aportación ofensiva. En esa serie, Acevedo conectó 4 cuadrangulares, tres de ellos con las bases llenas en una misma entrada. A pesar de que no se ha corroborado, el propio René entiende que esta hazaña debe ser un récord mundial en ese tipo de competencia. Cierra con broche dorado el año 1978.

En el siguiente torneo de la Federación de Béisbol Aficionado, logra su total más alto de carreras empujadas en su historial, al enviar al plato a 50 compañeros que esperaban remolque. Aquí saca del parque 14 bolas más y acumula un promedio de .343. En el 1980 finaliza con idéntico promedio de bateo.

Pero la escena se preparó nuevamente, en esta ocasión en el 1981 en un partido reasignado contra los Piratas de Cabo Rojo. Acevedo tenía hasta ese encuentro, un total de 13 bambinazos. En la primera entrada, Pepino desarrolló una descomunal ofensiva, conectando 6 cuadrangulares, siendo dos de estos de René Acevedo, con 10 que empataba su propia marca. Llegó la séptima entrada y el Búfalo consumía su oportunidad al bate. Fue por el jardín de la derecha que desapareció la esféride para romper su propia marca y establecer un nuevo récord de 16 vuela cercas en una temporada. Termina el 1981 con promedio de .412, 16 jonrones y 41 carreras impulsadas.

En el torneo de 1982 batea para .316. Pero las marcas se hicieron para romperse y el 13 de marzo de 1983, el Búfalo se acreditó otra hazaña. En un juego contra Aguadilla, en la octava entrada, con el pizarrón 14-6 a favor del Pepino, y para ser más exacto a las 2:05 de la tarde, Acevedo descifró el lanzamiento del tirador derecho, Luis Pérez, para enviarlo sobre la verja y dejar atrás el récord de Néstor Morales, quien hasta ese entonces poseía 102 jonrones, marca de todos los tiempos. Lo que Morales hizo en 20 campañas, Acevedo lo superó en 13 temporadas.

En el 1984 concluye el torneo con promedio de . 298. Es la segunda ocasión en 14 temporadas que su bateo es inferior a los .300. En el 1985, nuevamente el fenecido Morales fue víctima de la descomunal ofensiva del Búfalo. El 17 de abril de ese año, en un partido frente a Camuy que el Pepino perdía 13-1, en la segunda parte de la quinta entrada, Acevedo atizó un sencillo al jardín derecho para empujar hacia el plato a Juan Medina y Juan Plaza, carreras que se convirtieron en las 466 –empataba la marca– y 467, logrando una vez más una nueva cifra; 467 carreras impulsadas.

Al año siguiente, Acevedo acumula un promedio de .353. y llegó el 1987, campaña donde el Búfalo comprendió que las marcas no serían eternas. Este año y para gloria del equipo de los Patrulleros, apareció otro toletero que en ese torneo le rompió el récord de cuadrangulares en una temporada a René Acevedo; su nombre: Eddie Ahorrio, quien también militaba con el Pepino. Aborrio conectó 19 jonrones, mientras Acevedo superaba su propia marca, pues finalizó con 17 vuelacercas.

La carrera del Búfalo continuó en los siguientes tres años promediando una ofensiva de .305, .245 Y .333 respectivamente. Pero llegó el 1991, año que el Búfalo quisiera borrar de su carrera deportiva. En ese torneo jugó por primera vez con un equipo que no era el Pepino. Lo habían dejado fuera y los Titanes de Florida lo firmaron. Y el destino se encargó de colocar a René en una situación donde el extraodinario pelotero le demostraría a la directiva de San Sebastián que habían cometido un error al dejarlo libre. En un partido celebrado en el Estadio Juan José «Tití» Beníquez, de San Sebastián, el Búfalo, esta vez con el uniforme de Florida, se convirtió en el verdugo de los lanzadores del Pepino, contra quienes conectó dos cuadrangulares. El primero se lo dio al lanzador derecho, Josué Salvá y el último cuadrangular de su increíble carrera se lo propinó al relevista zurdo, Edgar Mercado. La ovación, ese día retumbó en cada mogote que custodia el valle del Pepino.

Esta campaña del 1991, significó el retiro de uno de los peloteros más espectaculares que ha dado el béisbol aficionado. René conectó un cuadrangular cada 12.5 turnos al bate; sus números finales son 1,834 presentaciones al bate; 608 indiscutibles que se dividen en 345 sencillos, 98 dobles, 16 triples y 149 cuadrangulares, con 571 carreras empujadas y 482 anotadas .

Por este legado del «Verdugo de los lanzadores», aún cuando le toque la hora de partir, en la memoria de los que lo vieron jugar quedará eternamente grabada en la historia esta narración: « ... conecta un batazo largo hacia el jardín derecho va hacia atrás, atrás ... tres cuadrangulares en un mismo partido para establecer la nueva marca de 16 jonrones en una temporada...».

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