Un funeral es una ceremonia cultural religiosa que se lleva a cabo para despedir a una persona fallecida pública o privadamente. Hay que tener en mente que la naturaleza y la composición de los ritos funerarios dependen de la época, la cultura, la clase social del difunto y las creencias religiosas de la comunidad religiosa a la cual pertenecía. Los diferentes ritos de funeral consisten básicamente en el embalsamamiento, la sepultura o la cremación.
El embalsamamiento es una práctica que va a depender de los recursos de la persona fallecida. Los pobres procuran de enterrar a sus muertos lo más rápido que se pueda. Para las clases pudientes el embalsamiento consiste en la utilización de sustancias químicas, resinas o bálsamos, con el propósito de preservar el cadáver y evitar su putrefacción.
Con relación a la sepultura dependerá también de los recursos del difunto y de su familia. Los pobres, por lo general, son enterrados directamente en un hoyo hecho en la tierra como fue el caso de mi abuelo en el viejo cementerio de San Sebastián. Los más pudientes tienen su panteón y en uno de sus nichos, externos o internos, acomodan el cadáver del difunto. En la modernidad se creman los cadáveres y sus cenizas se recogen y se disponen de ellas conforme a la voluntad del difunto o de su familia.
Para las figuras políticas importantes se suele ofrecer un funeral de Estado. En el caso de Puerto Rico el funeral de Estado consiste en la exposición del cadáver en los lugares de gobierno con una ceremonia protocolaria pero dejando a la familia del político conducir el funeral conforme a las creencias del difunto. Hay algunos políticos que han dejado en claro que no les interesa un funeral de Estado, desean que sea algo estrictamente familiar con la participación de las amistades íntimas.
Hay otras figuras públicas como lo fue Don Pedro Albizu Campos en donde la viuda tuvo que ceder al reclamo de los seguidores de la independencia y llevar su cadáver a la catedral católica de San Juan. Un caso como el de esta figura controversial trae consecuencias. El Arzobispo de ese entonces, Luis Aponte Martínez, se excuso. No recibió los restos mortales de Don Pedro en la catedral ni ofició los actos fúnebres. Se hicieron cargo de recibir el cadáver y de los actos rituales el Monseñor Antulio Parrilla y el Padre Margarito. Luego fue sepultado en el Cementerio Santga María de Pazzis en el Viejo San Juan.
Estas prácticas ceremoniales, estrechamente relacionadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella, implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad. Son un medio para que los deudos puedan llorar y asimilar la pérdida de un ser querido.
El estudio del tratamiento que se dispensa a los muertos en cada sociedad cultural proporciona una mejor comprensión de su cosmovisión de la trascendencia de la muerte y del significado de la naturaleza humana. Los rituales y costumbres funerarias tienen que ver no sólo con la preparación y despedida y disposición del cadáver, mucho más tiene que ver con la satisfacción de los familiares de haberle dado una buena sepultura y la permanencia, entre ellos, del buen recuerdo del fallecido.
Las diferentes formas de despedir al cadáver varían en función de las creencias religiosas como es el caso de Puerto Rico y del el rango social. El enterramiento es una costumbre cultural heredada que se asocia la veneración a los antepasados y para otros a las creencias con relación a la otra vida.