La presencia española en el futuro territorio pepiniano data, según el historiador Salvador Brau, tan temprano como desde el 1512. Es en este año cuando Don Amador de Láriz, poblador español no domiciliado para ese entonces en Puerto Rico, “es favorecido con ciento cincuenta indios”, dados como encomienda, desde la Española, para ser utilizados, primeramente, en la búsqueda del oro en los ríos y en los duros trabajos de la crianza de todo tipo de ganado y luego en la agricultura de subsistencia.
Amador de Láriz poseyó la región de lo que hoy es Lares como hato de ganado cimarrón. Para ese entonces se denominaba hato a grandes extensiones de tierras dedicadas a la crianza inculta del ganado cimarrón de toda clase según nos relata Don Generoso Morales en su libro Fundación de Lares. Este hato se extendía desde la Aguada como una región que iba desde la desembocadura del Río Guaorabo, hoy Grande Añasco, probablemente hasta cerca del Río Camuy.
Durante los primeros decenios de la colonización de Puerto Rico el ganado no se criaba de manera sistemática, más bien era un variado ganado realengo, muchas veces sin dueño, que se internaba en los montes que engordaba de forma salvaje reproduciéndose magistralmente en el periodo de un año. Los principales productos que se obtenían de este negocio eran el cuero curtido y la grasa hecha cebo para ser vendidos a Europa. El cuero se obtenía de los animales en el mismo momento en que se atrapaban en los montes y en la maleza en donde se desollaban para obtener el cuero y también se le extraía la grasa.
El curtido de cuero se constituyó en la industria principal de las costas y del interior cercano a las costas de la Isla luego de que se agotaron los depósitos de oro cerca de 1530. Posteriormente, el contrabando, que duró casi hasta el siglo XIX, se alimentaba de esta industria.
Quiere decir que el afamado Hato de Láriz, cuyo dueño aparentemente nunca llegó a Puerto Rico, era una vasta extensión de tierra que cubría lo que es hoy el municipio de San Sebastián y el actual municipio de Lares.
Los ciento cincuenta indios encomendados trabajarían bajo las órdenes de los súbditos españoles del vasco Amador de Láriz, en la extracción de oro. Para desarrollar la industria del curtido de cueros tendría, posteriormente, que hacerse de esclavos o de trabajadores españoles. No podemos olvidar que una ínfima parte del ganado vacuno se utilizaba para producir leche y carne para consumo de los trabajadores.