Siglo XVI-XVII: Durante el período de colonización y conquista fueron los terrenos circundantes a Utuado el segundo centro minero español. Allí, entre los valles y ríos, se extrajo el oro ya erosionado de los cuerpos ígneos menores y del gran batolito de Utuado. En esta zona vivía el cacique Otoao (alias) Alonso quien, a modo de encomendador, repartió sus aldeanos e instruyó sus suba lternos en la búsqueda del metal. Caciques como Morales, Bayres, Gonzálo Aboy; incluso la cacica Guayerbas, compartían tan ardua tarea.
Las operaciones se extendieron al valle de Arecibo, Jayuya y Adjuntas. Habían haciendas de sus altezas y estancias de magnates españoles. En ellas, al igual que los suelos de Lares actual, se separaron porciones para la mera elaboración del sustento y cría pecuaria. No dudamos que el territorio pepiniano participara en tal vital operación.
Se sabe que San Sebastián fue un punto de escala en el renombrado Camino de Puerto Rico. Esta vereda, que enlazaba las dos Villas (San Germán y Puerto Rico), partía desde las riberas del Río Grande de Añasco (el Guaorabo), pasaba los terrenos de San Sebastián y Lares, se adentraba en la zona de Utuado y proseguía por su valle para caer en la costa de Arecibo. Ahí podían seguir por la llanura norteña o embarcarse para arribar al Puerto de San Juan. Además, se remitían materias primas y comestibles españoles de las estancias costeras de Añasco y las ramificadas entre Rincón, Aguada y Aguadilla.
A medida que la producción aurífera fue sucumbiendo ante el costo operativo, escasez laboral, y dificu ltades en la extracción, los españoles fueron adentrándose en la agricultura e industria pecuaria como mera sobrevivencia y renglón económico. Es así como se desempeñó el grueso de los habitantes de la isla antes de finalizar el siglo XVI (período del 1500).
El Partido de San Germán, que incluía la zona occidental a partir del Río Camuy por el Norte y el Río Jacaguas por el Sur, logró enlazar sus relaciones sociales y económicas al máximo al facilitarle a los residentes unas vías para el éxodo de sus productos. El puerto de San Germán, al igual que la zona de la aguada, se convirtió en el eslabón para canjear sus cueros y frutos por comodidades europeas inobtenibles en el país. Fuese el trato intercolonial, o de contrabando, o el permitido con buques transocéanicos, los vecinos -aunque de poblaciones descentralizadas- correspondían al llamado de la necesidad.
Prontamente, durante el siglo XVII, una gama de factores motivaron la separación del vasto territorio occidental en dos Partidos: San Francisco de Asís de la Aguada y San Germán. A San Francisco de Asís de la Aguada se le adjudicó el distrito encerrado al occidente del Río Camuy y la zona al norte del Río Grande de Añasco, o sea, los terrenos de los pueblos que hoy incluyen a Camuy, Quebradillas, Isabela, Aguadilla, Aguada, Moca, San Sebastián, Lares, Rincón y Añasco. Su zona costera resultó ser el segundo bastión militar de nuestra isla supliéndole las necesidades de reabastecimiento, tanto acuífero como de comestibles, a las expediciones españolas; además ele servir para el tráfico del principal ingreso gubernativo del país, el situado español. El transporte marítimo del situado era en muchas ocasiones demasiado peligroso dando margen a que fuese transportado por las vías terrestres. Bajo esta presión, El Pepino, al igual que el resto del Partido de la Aguada, se destacó en el renglón agrícola
y en la industria ganadera.